De Luis Enrique a Luis Enrique (Mejía Godoy): el “príncipe de la salsa” y el “trovador de la revolución”, juntos… y revueltos

Luis Enrique Mejía Godoy y Luis Enrique Mejía López, "el príncipe de la salsa".

Tienen el don de la música, pero también de la palabra: escucharlos hablar es (casi) tan placentero como oírlos cantar.

En ambas situaciones Luis Enrique Mejía Godoy (LEMG) y Luis Enrique Mejía López (LEML), “el príncipe de la salsa”, se muestran cómplices, pícaros y despliegan gran talento oratorio. Son divertidos, ocurrentes y generosos para compartir anécdotas de sus vidas y su trabajo.

Hace un par de semanas participaron en el festival Centroamérica Cuenta (CAC), en Costa Rica, y se robaron la película al clausurarlo con un conversatorio sobre Música y Poesía, en el que también cantaron muchos de sus éxitos (puedes ver algunos extractos en los videos que incluimos en este artículo).

LEMG y LEML, como los identificaremos para poder diferenciarlos, son tío y sobrino y pertenecen a una de las familias musicales más importantes de Centroamérica.

Nacidos en Somoto, Nicaragua, los dos han hecho carrera dentro y fuera de su país.

Autor de más de 200 canciones, la mayoría de contenido social, Mejía Godoy fue en los años 70 uno de los artistas más activos en la lucha contra Somoza y junto a su hermano Carlos son conocidos como “los trovadores de la revolución nicaragüense”.

Entre sus temas más populares destacan “Yo soy de un pueblo sencillo”, “Josefa Va” y “Pobre la María”.

También ha musicalizado poemas de, entre muchos otros, Rubén Darío, Gioconda Belli, Mario Benedetti y Ernesto Cardenal. O como él prefiere decirlo, los ha vuelto canciones.

Luis Enrique, "el príncipe de la salsa"

“El príncipe de la salsa”, por su parte, se hizo famoso en el extranjero antes que en Nicaragua, de donde salió con su hermano menor en 1978, cuando era un adolescente.

Hace dos años publicó un libro, “Autobiografía”, en que relata su experiencia como migrante que cruzó indocumentado la frontera entre México y Estados Unidos. También compuso una canción con el mismo nombre.

Reconocido sobre todo por su estilo de salsa romántica, Mejía López es multifacético: canta, compone, toca varios instrumentos y produce.

“Se puede decir que siempre he sido inquieto”, bromea.

Luis Enrique y su tío Luis Enrique Mejía cantan “Yo no sé mañana” en el escenario del festival Centroamérica Cuenta.

Ha colaborado con artistas como Gloria Estefan, Ricky Martin, Chayanne y Rubén Blades, y ganado numerosos premios, incluyendo varios discos de oro y platino, tres Grammy Latino y un Grammy americano al Mejor Álbum Tropical, por “Ciclos”.

Su sencillo “Yo no sé mañana” es la última de las muchísimas canciones que le han dado fama, como “Amiga”, “Así es la vida” y “Date un chance”.

Lo que sigue es un extracto de la entrevista que tuvimos con ellos en CAC, donde contestaron a nuestras preguntas y las de nuestros lectores.

¡Gracias a todos los que enviaron!

El evento en que participan aquí en Costa Rica tiene que ver con cómo nace una canción. Precisamente Carlos de Sol les pregunta, ¿qué surge primero, la letra o la melodía?

LEMG: Pueden ser las dos cosas. Mi experiencia es que creo una idea, una línea, y a ella le doy una melodía y hasta un ritmo. A partir de ahí desarrollo un texto y la música va saliendo con él.

Otra cosa es cuando le pongo música a un poema, porque ese poema ya tiene su ritmo y su música interior.

LEML: A mí se me da mayoritariamente primero la música, la melodía y la armonía, sobre todo la armonía, que me va llevando, me va dictando incluso las palabras.

Luis Enrique Mejía Godoy y Luis Enrique Mejía López, "el príncipe de la salsa", cantando en Centroamérica Cuenta

Lo del ritmo para mí viene mucho después.

Inicialmente intento escribir canciones más allá del estilo de música que hago, que generalmente es salsa. Pero todas esas canciones han sido antes canciones suaves.

Tú eres multinstrumentalista. ¿Cómo influye eso en tu proceso creativo? Andrés Ticino, músico uruguayo radicado en Londres.

LEML: El proceso creativo para mí es fundamentalmente la guitarra, de nuevo armonía y melodía.

Igual que a mi tío, algo me lleva a buscar una idea, primero una frase, que puede comenzar toda una historia que se desarrolla en la medida que tomo el instrumento y empiezo a buscar cuál es su emoción, dónde está, en qué acorde, en qué melodía es que voy a encontrar la riqueza y el instrumento para llevar esa emoción.

¿Y cuándo se vuelve salsa?

LEML: Una vez que ya termino el texto, y la armonía y la melodía, es que me pregunto si eso puede llevarse a salsa.

Al menos en mi caso, no todas las canciones pueden entrar y fluir bien en lo que comúnmente se llama la clave, que tiene que ver con la cuestión rítmica, que para mí es algo fundamental.

Para Luis Enrique Mejía López

Hay canciones que empiezan como canción pop, o como son o balada, y luego se vuelven salsa y otras que por alguna razón no funcionan, no se siente cómodo, por mucho que uno intenta las letras no caben, la métrica del tema no calza dentro de esa regla.

Hablemos de la poesía como fuente de inspiración...

LEMG: Yo he musicalizado a muchos… A Rubén Darío, Gioconda Belli, Ernesto Cardenal, Benedetti, Nicolás Guillén, Cortázar, no como poeta, pero yo versifiqué y le puse música al capítulo número 7 (de Rayuela). Lamentablemente, él ya había muerto, porque me habría gustado mucho que lo escuchara.

Pero continuando un poco con lo que hablábamos, si yo hago un epigrama de Ernesto Cardenal, y le pongo música, no es lo mismo que si hago una canción de Claribel Alegría: uno es una balada y el otro es un danzón. ¿Por qué? No sé. Eso es una cosa interior, ese es el milagro.

Luis Enrique Mejía Godoy y Luis Enrique Mejía López, "el príncipe de la salsa", cantando en Centroamérica Cuenta

Otra cosa importante es que yo no busco poemas para musicalizar, ni musicalizo poemas por encargo, porque no todos los poemas son musicalizables.

Yo me encuentro con el poema, casi siempre leyendo, y el poema me dice, sácame de aquí, sácame del libro, que quiero ir a la calle.

¿Y cuáles son para ustedes los grandes poetas de la música?

LEMG: Para mí, sigue siendo Serrat.

Pero en la música latinoamericana creo que Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra o Chabuca Granda son pilares fundamentales, porque marcaron el canto popular, y su música y sus canciones no solo han desbordado las fronteras de sus propios países, sino que han borrado todos los muros, y todos los prejuicios.

Pero tenemos muchas referencias.

Yo soy de la generación del 60 y 70 en cuanto a compositores y respeto muchísimo lo que hacen mis hermanos mayores, y también mis hermanos de generación, Silvio (Rodríguez), Pablo (Milanés), Víctor Jara, (Daniel) Viglietti…

Luis Enrique Mejía López, "el príncipe de la salsa", en Centroamérica Cuenta

LEML: Imagínate, como dirían en mi país, yo mamé de esa teta. Básicamente, escuché todo lo que mi tío cuenta, estuve expuesto a esa música y aprendí mucho de ella.

Después, sobre todo en Estados Unidos, tuve la posibilidad de encontrarme con la música de Cuba y de Brasil, que, más allá del folclore que conocí a través de mis tíos, son mi música de cabecera, y son fundamentales.

Ivan Lins, Jobim, Joao Gilberto, y de Cuba, a toda la Nueva Trova, más la música bailable cubana, todo eso ha sido mi formación.

Como poeta de la música, también Rubén (Blades) ha sido importante en cuanto al manejo del lenguaje, a contar historias, a hacer un poco de poesía en la música bailable de salsa.

Y desde luego todo lo que hace Juan Luis Guerra.

¿Qué canciones cantan cuando tienen reuniones familiares?Pregunta de Ara Vasquez, Paz Marlon Obando y Wilberth Rojas.

LEML: ¡Ah! En casa lo que sucede es que tantos tenemos el “microbio” que hay que prestar la guitarra, porque si no la cosa no procede. Entonces, la vamos pasando y cada uno va cantando lo que le parezca.

En mi caso, que soy el mayor de los nietos y los sobrinos, repasar canciones viejas y cantarlas con mis tíos es delicioso. Es una posibilidad que no tuve de joven.

¿Alguna que te guste particularmente?

De mi tío, no puede faltar Inés, que dicho sea de paso es una canción que él nunca grabó, y que encontré en un cassette que mi abuelo Carlos le había dado a un tío abuelo mío con el que yo vivía.

Había cuatro canciones, dos boleros, una que no me acuerdo, e Inés, que me gustó mucho. Los boleros también me los aprendí, pero Inés se quedó conmigo.

El “príncipe de la salsa” cantó una versión de la canción “Inés”, compuesta por su tío Luis Enrique Mejía.

Y a ti, ¿cuál es la canción que más te gusta de tu sobrino?

LEMG: Muchas, pero hay sobre todo tres: “Date un chance”, “Así es la vida” y me mató, me recontra mató con su “Autobiografía”, hasta el punto del encharcamiento de los ojos.

Cuando él escribió su libro, que es tan importante como la canción -que es su síntesis-, yo lo leí y la escuché y de las dos cosas hice una reflexión profunda para poder entender lo que hoy estoy sufriendo en el exilio, ya viejo.

Y me pongo en el lugar de un muchacho de 14 años, desarraigado de su pueblo, de su gente, de sus juegos, de sus amigos, de su familia para ir a caer primero al DF en México y después a Los Ángeles, en Estados Unidos, y todo eso me pasa como un ciclón.

Cuando se me encharcan los ojos no es de tristeza, es una mezcla de ternura y rabia, una impotencia, aunque “Autobiografía” tiene en realidad un contenido muy propositivo.

¿Cómo nace Autobiografía?

LEML: Mira, todo el mundo ve a los artistas, sobre todo a los que hacemos música comercial, desde el éxito en adelante. Nadie se imagina lo que has recorrido”.

“Autobiografía” no es un libro hecho para victimizarme. Lo que plantea es mi historia personal, desde mi visión, mi sufrimiento, mi felicidad, mi búsqueda, mi propio camino y en muchos casos desde mis propios demonios.

Yo necesitaba contarle a la gente. Muchas personas me escribían y me preguntaban en Facebook, porque habían escuchado que había estado indocumentado en Estados Unidos, pero no sabían lo que había pasado realmente.

Me veían como el “príncipe de la salsa” y ya, pensaban este hombre nació en una cuna de rosas y todo es positivo, bonito, y ¡qué fue! la historia es otra cosa.

Migrantes

Para mí era importante hacer saber que hay derechos que existen aun siendo indocumentado, y también decir que el hecho de que seas indocumentado o vengas de una situación precaria, no determina tu destino.

Tu destino lo determinas tú.

Cuando la gente lee mi libro me dice, ¿pero cómo es posible que un tipo como tú haya vivido en un auto?; bueno, como lo es posible para mucha gente.

O cómo es posible que hayas cruzado la frontera y hayas estado 10 años como indocumentado. Perdóname, yo he conocido gente que ha permanecido 20 años indocumentada, gente que ya tiene hijos en Estados Unidos, y que ya tiene negocios, casas y que ha sido deportada.

Entonces que mi libro sirva como una herramienta para empoderar a otros, ese era mi propósito.

¿Y cómo ves la actual crisis de migrantes de tu país?

LEML: Lo que vemos hoy es desgraciadamente muy parecido a lo que muchos adultos vieron cuando nosotros tuvimos que irnos a finales de los años 70, cuando muchos nicaragüenses lo pasamos mal y perdimos amigos de ambos lados.

Es muy triste ver un país volcado de nuevo en la violencia, en el ego, en matarse el uno al otro por un partido político, por idolatrar, adorar a una persona que está de turno en el gobierno.

Y me da mucha tristeza, porque creo que ese fue el motivo principal para la lucha de finales en los 70, y haber caído en esto de nuevo, y yo diría que incluso peor, porque estamos viendo cosas realmente terribles, muestra que no aprendimos de lo que nos sucedió.

Me da la impresión de que nuestra historia no sirvió de nada y eso es terrible.

Luis Enrique Mejía Godoy, ¿alguna vez se ha arrepentido de haber hecho revolución contra Somoza? Preguntado por Pablo Maltez.

LEMG: Sin parecer prepotente o arrogante, son preguntas difíciles.

Puede ser hasta un lugar común, pero como decía Edith Piaf, no me arrepiento de nada. Porque se supone que uno todo lo hace con voluntad, de la mejor manera, y te puedes equivocar. Y nos hemos equivocado.

Pancarta de agradecimiento de los migrantes nicaragüenses en Costa Rica

Yo a comienzos de los años 70, aún no estaba de acuerdo con la revolución y la lucha contra Somoza, porque era de la gente ingenua que creía que se podía hacer un cambio sin armas -yo siempre he sido un pacifista, no me gustan las armas, no me interesa la violencia-. Cuando me di cuenta de que no había otra opción, ya habían muerto miles de jóvenes.

Entonces empecé a escribir mis primeras canciones, “Venancia, pechos de cabra”, las canciones del general Sandino, que hablaban de una mística, o de un movimiento muy fuerte con mística, sueños y utopías.

Yo era un aprendiz -bueno, sigo siéndolo-, y escribía mis primeros poemas. Cuentos ya escribía desde hace tiempo, pero me decidí por la canción porque la canción vuela, está en todas partes, y convoca.

Esa es la gran responsabilidad que tenemos cuando abrimos la boca para cantar, porque podemos decir un garabato como muchas cosas basura que se hacen, o hablar de los derechos de la mujer, de la niñez, de la búsqueda de la identidad, de una raíz, en esa lucha contra la dictadura. Rescatar el folclore, el ritmo, era una misma lucha. Y yo creí mucho en eso.

No quiero parecer trasnochado, pero yo no puedo hacer hoy la misma lectura que en 1979. Que me perdonen, tendría que haber sido sabio, o genio, o pitoniso.

Yo me metí, como una gran mayoría, no solo de poetas, artistas e intelectuales, sino mecánicos, albañiles, trabajadores, campesinos, y algunos de nuestros compañeros poetas e intelectuales murieron en la lucha con un arma en la mano.

Pero yo nunca disparé un tiro, nunca fui guerrillero. Mi arma fue la guitarra. Por eso con mi hermano Carlos hicimos un disco que se llama “Guitarra armada”.

Guerrilleros nicaragüenses cantando

Ahora bien, es cierto que en los años 80 empezamos a ver algunas actitudes autoritarias, pero no mirábamos a nadie como dictador. Eran además nueve comandantes en la dirección nacional, y eso lo veíamos como una cosa fantástica, porque suponíamos que había una diversidad de criterios.

Qué terrible que algunos de estos comandantes de la revolución, de estos guerrilleros, dirigentes, revolucionarios, etc., estaban planeando poquito a poco algo muy distinto a lo que es una revolución.

Más aún, y lo digo con toda responsabilidad: Daniel Ortega, siempre, hasta el día de hoy, es el eterno comandante del Frente Sandinista (FS) -aunque hoy el FS no sea el mismo FS-, el eterno candidato a la presidencia.

¿Y cómo se llama eso? ¿Cómo es que dicen? Verde por fuera, amarillo por dentro, ¿será aguacate?

La canción Pobre la María, ¿surge de alguna anécdota cercana? Diana E. Valle

LEMG: No, no hay una mujer concreta… Es la muchacha, o el grupo de tres o cuatro muchachas con minifalda, que yo veía cuando salía de trabajar o de algún concierto en la noche, y estaban en la oscuridad, en una esquina vendiéndose.

Eso no lo había visto en los años 80, y me impactó mucho verlo en los 90, cuando había empezado a plantearse un progreso, y cuando pregunté qué pasaba con esas muchachas, resulta que algunas estudiaban en la universidad, por ejemplo.

Tengo mil anécdotas. Una vez, haciendo fila en un banco o no sé dónde, un tipo me increpó preguntándome por qué le había hecho una canción a las putas. Y le tuve que decir mira, te equivocas, esa canción trata de la reivindicación de los derechos de la mujer.

Pero lo mejor que me ha pasado con “Pobre la María” es cuando una organización de trabajadoras de sexo me la pidió para un congreso.

¿Quién bautizó a Luis Enrique como “El Príncipe de la salsa”? Vladimir José Uri Flores.

LEML: Me lo puso una amiga que trabajaba en la radio en Miami.

Yo me forjé primero como músico, y en ese entonces me dedicaba a tocar percusión y hacer coros con muchas agrupaciones en Miami. Y cuando comencé con mi primer disco, ella me dijo, a esto hay que agregarle algo.

Yo no quería, me parecía que Luis Enrique era ya suficientemente largo. Pero insistió. Dice que fue porque yo siempre llegaba bien vestido, y peinado y la cosa… Ella empezó a regarlo por ahí. Todavía me la encuentro y le digo tú eres la culpable.

Yo no me acostumbré hasta mucho más tarde. Al comienzo me daba mucha risa…

Luis Enrique, "el príncipe de la salsa"

O sea que fuiste príncipe antes de ser famoso…

Claro. Mi primer disco lo compraron como cinco amigos míos y dos de la disquera.

Entonces, para el segundo me dijeron que si yo quería competir en el negocio de la salsa, me tenía que mudar a Puerto Rico. Y ahí fue donde mi carrera despunta.

Ese fue el trampolín y ahí fue cuando el príncipe de la salsa con que mi amiga en Miami me había bautizado, se regó.

Finalmente, mucha gente preguntó qué consejos dan para componer una canción?

LEMG: Mucha gente joven me escribe y sí puedo dar consejos, pero no me gustan las recetas.

Porque te voy a decir una cosa: para hacer un nacatamal, que es una comida nicaragüense ancestral, los ingredientes son los mismos, pero no todos los nacatamales son iguales. Los que hacía mi mamá eran especiales.

Por eso cuando los preparaba, yo me iba a la cocina y lo que sobraba lo iba recogiendo para cuando fuera poeta. Porque yo veía una magia en lo que ella hacía, en sus manos había poesía, Y eso es profundamente cierto.

LEMLEs muy importante identificar cuál es tu talento. Hay gente que no nace para componer, pero es extremadamente talentosa cantando o tocando un instrumento.

Pero si crees que tienes ese talento, y quieres hacerlo, tienes que ponerte y aprender, porque en la marcha es que se aprende.

LEMG:Hay dos cosas que han dichos muchos músicos y escritores: querés escribir, lee mucho; querés hacer música, oí música, pero óyela toda.

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